Soy uno de los 50 de Fukushima

Uno de los hombres que arriesgó su vida para prevenir una catástrofe ha compartido su historia en una entrevista realizada por David McNeill, que ha sido publicada en el periódico británico The Independent el pasado 2 de marzo.

Atsufumi Yoshizawa, que se encontraba trabajando el pasado 11 de marzo de 2011 cuando el desastre ocurrió, recuerda en la misma que fue una misión suicida: voluntariado para volver a una planta nuclear peligrosamente radioactiva a punto de quedar fuera de control.

Recoge la entrevista que cuando se despidió de sus colegas éstos le saludaron, como soldados en batalla. Las analogías con los tiempos de guerra son difíciles de evitar: en los medios internacionales él fue un kamikaze, un samurai o simplemente uno de los 50 héroes de Fukushima. Las descripciones, dice,  todavía le averguenzan. «No soy un héroe» dice, «Sólo estaba intentando hacer mi trabajo».


Atsufumi Yoshizawa a quién David McNeill describe como un hombre estoico, de voz suave, vestido con el buzo azul de empleado de Tokyo Electric Power Co., (Tepco) todavía encuentra difícil sacar a relucir recuerdos de la lucha para detener la catástrofe en la planta de Fukushima Daiichi. Dos años después, aún continúa el debate acerca de la responsabilidad por el peor desastre nuclear del planeta desde Chernobyl, y su impacto. Los peces capturados cerca de la planta este mes de marzo, contenían más de 5.000 veces los límites de radiación considerada segura, de acuerdo con la cadena estatal NHK.

El señor Yoshizawa dice que siente «profunda responsabilidad» por la crisis en que se encuentra su compañia. Sus ojos, relata la entrevista, se llenan de lágrimas en este punto de la historia, que comenzó con un terremoto de fuerza 9 a menos de 100 millas de la planta nuclear bajo el mar el pasado 11 de Marzo de 2011. «Fue tan fuerte que lo sentí en mis manos y en mis rodillas», afirma este ingeniero de 54 años. «No había ningún lugar donde esconderse».

Las ondas de choque del terremoto arrancaron las conducciones de las paredes, movieron los coches aparcados como si fueran juguetes y los caminos de esta planta de 864 acres. Inicialmente, Mr Yoshizawa creyo que la ingeniería defensiva de Daiichi había funcionado. Cuando se sintió el temblor, las barras de control fueron automáticamente insertadas en 3 de los reactores que estaban funcionando deteniendo la fisión nuclear, un proceso conocido como «scram» o parada de emergencia. Pero la sacudida había cortado la corriente eléctrica, probablemente dañado el sistema de enfriamiento del reactor 1, y un destructivo tsunami  dos veces más alto que las defensas más altas de la planta estaba a 49 minutos de llegar.

Mr. Yoshizawa era el encargado de los reactores 5 y 6, que estaban fuera de servicio por mantenimiento. Corrió al edificio de la planta de aislamiento sísmico y tomó su puesto junto al director Masao Yoshida, que estaba tratando de evaluar los daños. En el bunker sin ventanas no pudieron ver el tsunami que golpeó el complejo. Olas de 13 a 15 metros de altura pasaron por encima de la pared marítima de 5,7 metros. El agua inundó los bajos de las construcciones de la turbina, sobre el lado del mar de los reactores, provocó el cortocircuido de las unidades electricas, incapacitando 12 de los 13 generadores de emergencia y sus baterías de repuesto, la última línea de defensa. No había potencia para bombear agua al núcleo del reactor y evacuar el calor, o tan siquiera medir la radiación. Los ingenieros habían perdido el control del complejo, la fusión había comenzado.

Mr Yoshizawa recuerda oir los primeros informes dentro del bunker de los tanques de petroleo y los coches flotaban en agua fuera. «No podía imaginarme un tsunami tan fuerte», dice. La crisis rápidamente se profundizó. Unas quince horas tras la pérdida de potencia, el uranio fundido salía de la vasija de presión del reactor número 1. Las unidades 2 y 3 rápidamente le siguieron. Miles de personas huían de los pueblos vecinos. No había un plan sobre que hacer porque Tepco jamas había predicho una pérdida completa de potencia en la planta.

Como continúa la entrevista, la mayoría de los empleados de Daiichi’s se habían ido a sus casas a encontrarse con sus familias. Mr Yoshizawa dice que él pensó en 2 cosas: «La seguridad de mis trabajadores, y el cierre total de la planta de energía». Su propia esposas y sus 2 hijas estaban seguras en Yokohama, cientos de millas al sur. E insiste que no era cuestión de pánico o de correr a verles. «Resulta extraño para otros, pero es natural para nosotros poner a nuestra compañía primero. Es parte de la mente y espíritu de los trabajadores de Tepco para hacer frente a las emergencias».

Desde luego con nuestra mentalidad occidental este punto creo que nos deja a todos perplejos. Poner a la compañía lo primero, y con los tiempos que corren algo impensable por estos lares e ilógico si me lo permiten.

El ingeniero dijo que él se trasladó durante unos días al edificio de respuesta a desastres en la ciudad de Okuma, a 5 km de la planta. Pero el 15 y 16 de marzo de 2011 la situación en Daiichi alcanzó la fase más crítica. Una serie de explosiones había dejado una gran parte del complejo convertida en una maraña de cemento y acero radiactivo. La unidad 3 había explotado, 3 reactores estaban en fusión y sobre 1000 barras de fuel del edificio del reactor 4, normalmente cubiertas bajo 16 pies de agua, estaban ebulliendo en seco, alcanzando el nivel de una reacción en cadena de fusión nuclear. En esos oscuros momentos, Mr Yoshizawa admite que compartió el mismo miedo que otros expertos, que la crisis podría también la planta de Fukushima Daini a 10 km de la de Daichi, principal afectada.

Relata The Independent como entonces en Tokio a unos 250 km al sur de la planta, el Gobierno se enfrentaba a un escenario terrible: una amplia nube tóxica dirigiéndose a la ciudad más poblada del mundo. Los rumores decía que Tepco estaba preparandose para que su staff abandonara completamente la planta de Daiichi, dejándola fuera de control. Mr Yoshizawa lo niega. «Nunca tuvimos intención de abandonar nuestros puestos,» insiste. «Cuando los rumores estaban circulando yo era un voluntario para volver» recuerda desesperado por la situación. «La mayoría de la gente pensó que nosotros no volveríamos a la planta» dice al punto de las lágrimas. En los medios de comunicación los 50 de Fukushima habían nacido, aunque Mr Yoshizawa dice que en realidad fueron unos 70, la mayoría de edad media. «Habíamos decidido permanecer allí hasta el final.»

Tal y como escribe  David McNeill, en las siguientes semanas en primera línea de la crisis, el hombre soportó condiciones brutales. Se pararon los suministros, la mayoría de los alimentos casi desaparecieron y el agua fue racionada a una sola botella de 500 ml. cada 2 días. Trabajando a turnos, sobreviviendo con galletas y durmiendo cuando se podía en el interior del bunker a prueba de radiación, Mr Yoshizawa perdió peso y le creció la barba. Cuando los bomberos de élite consiguieron dar agua a los reactores sobrecalentados, el inconsciente colectivo dentro del Bunker se iluminó y las palabras «Oshimai da» (es el fin), nunca más se oyeron. Exhausto y desaliñado en su primer viaje de vuelta a una soleada Tokyo un mes después del terremoto, se sorprendió de encontrar la vida transcurriendo con normalidad.

Y quizás ahora tras los momentos tan dramáticos vividos en una situación extrema, viene la parte más cruel del relato cuando se recoge cómo el reconocimiento público ni tan siquiera la gratitud por la terrible experiencia sufrida por Mr Yoshizawa y sus colegas es escasa. La mayoría están todavía empleados por una compañia vilipendiada por las revelaciones que repetidamente ignoraron las advertencias pre-marzo 2011 sobre los riesgos de desastre natural. Los contribuyentes tendrán que asumir el coste de la limpieza del accidente después de que Tepco fuera nacionalizada el año pasado. Ni un solo directivo ha sido responsabilizado por lo que sucedió.

Pero al margen de las consideraciones hacía la compañía, hasta 18 meses después ni Mr Yoshizawa ni sus compañeros recibieron el agradecimiento público de manos del Primer Ministro Yoshihiko Noda, oficialmente en el pasado mes de Octubre.  La mayoría no fueron identificados ni siquiera nombrados, el trauma que Fukushima ha inflingido a la psique colectiva de Japón, y una reticencia cultural profundamente arraigada a aparecer la tribuna, mientras que otros sufren.

Algunos de los hombres temen represalias o acoso escolar a sus hijos en la escuela. Una camioneta de la policía está permanentemente aparcado fuera sede de la compañía en Tokio.  Tepco sí se resiste a una rueda de prensa ante los medios de comunicación de los 50 de Fukushima, por miedo a lo que podrían revelar sobre lo que pasó. El Sr. Yoshizawa es acompañado en las entrevistar con un «guardaespaldas» personal.

Pero si tiene alguna amargura hacia su empresa, nunca la revela. Agradece a la compañía por darles consejo a los trabajadores de Daiichi y chequeos de salud regulares (a una selecta lista de empleados que absorbieron cantidades de radiación potencialmente peligrosas están admitidos para cuidados sin límite). Su cantidad total de exposición interna fue de 50 milisieverts – el límite máximo anual para los trabajadores de las plantas nucleares norteamericanas.

Ahora enfrentando la gestión de residuos y combustible, de vuelta a la sede de Tepco, dice que el trabajo en la planta está lejos de terminar. «Nadie tiene ninguna experiencia sobre el tratamiento seguro del combustible nuclear extraído tras un accidente como este», afirma. Ingenieros británicos y norteamericanos están ayudando en un esfuerzo colectivo que puede llevar muchos años. Se siente incomodo cuando vuelve a Fukushima y tiene que recordar la crisis.

Su familia nunca habla sobre lo sucedido. «Mi esposa e hijas ya han visto demasiado en TV y ellas no quieren ver ni oír nada más sobre ello. Ocasionalmente me preguntan si estoy bien y les digo lo que te digo a ti: No tengo ningún problema.»

Impresionante relato.

El original se puede consultar en el siguiente enlace:

http://www.independent.co.uk/news/world/asia/i-am-one-of-the-fukushima-fifty-one-of-the-men-who-risked-their-lives-to-prevent-a-catastrophe-shares-his-story-8517394.html?goback=%2Egde_95914_member_220382484

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.