Europa con las manos sucias

Un millón de metros cúbicos de «barro rojo», una sustancia altamente tóxica procedente de una fábrica de aluminio al oeste de Hungría, se derramaron el pasado día 4 de octubre, en una catástrofe que causó ocho muertos y unos 150 heridos. Dos semanas después del vertido los vecinos de Kolontar están volviendo a sus casos a pesar de la amenaza tóxica.

En una balsa gigantesca de la empresa de aluminio MAL  se almacenaban 30 millones de toneladas de fango tóxico, lodos saturados de metales pesados, desde hace años. Se rompió uno de los diques y el lodo arrasó tres aldeas, dejando una capa de 15 centímetros de material tóxico de marcado color rojizo, anegando alrededor de 40 kilómetros cuadrados en los que viven 7.000 personas.

El fango, residuo resultante de la extracción de aluminio de la bauxita, contiene hidróxido sódico, un compuesto corrosivo que no es mortal pero puede causar quemaduras y dañar las mucosas. Lo más preocupante son los más que probables restos de aluminio y las casi seguras altas concentraciones de arsénico. Y no debemos de olvidar que si no se recoge a tiempo, cuando este barro se seque el polvo será altamente tóxico debido fundamentalmente a ese arsénico.

Una vez evacuada la zona, con todo lo que ello conlleva. La gran preocupación se centró en que el vertido no llegara al Danubio. Finalmente el vertido tóxico alcanzó, como era previsible, sólo tres días despues a un afluente del Danubio, el río Raab.

El fango en el Danubio

El vertido de lodo altamente tóxico una vez devastado el oeste de Hungría llegó al Danubio, el segundo río más largo de Europa, pero su capacidad contaminante se había reducido sustancialmente. «Las consecuencias para el Danubio van a ser limitadas», explicó Philip Weller, secretario ejecutivo de la Comisión Internacional para la Protección del Danubio.

Weller indicó que las medidas adoptadas por las autoridades húngaras «han reducido el nivel de PH a una escala asimilable» que tendrá un impacto menor en la cuenca del Danubio, aunque la situación requiere un seguimiento estrecho.

Los análisis de PH del agua contaminada que ha llegado al Danubio mostraban un nivel de 9, muy por debajo de los resultados en el río Marcal, con un índice de 13, que causó  la muerte de toda la vida acuática en un tramo de unos 40 kilómetros. Aún así, la alcalinidad se encontraba todavía por encima de los niveles normales de entre 6,5 a 8,5.

En los 3 días posteriores al vertido se habían arrojado más de 500 toneladas de yeso y ácidos en los ríos Marcal, Raba y Mosoni-Duna, afluentes del Danubio, para tratar de rebajar la alcalinidad de las aguas. «La neutralización ha sido efectiva, pero no podemos cantar victoria todavía», dijo a Efe Tibor Dobson, el responsable gubernamental para coordinar las tareas de descontaminación.

Los expertos consultados también confían en que la disolución del lodo sea mucho más rápida en el Danubio, al ser un río mucho más caudaloso que los afectados hasta ahora.

Alexa Antal, de WWF-Adena, se ha mostrado también optimista ya que los datos que manejan hablan de un PH por debajo de 10, «mejor de lo que se esperaba». «No sabemos el daño exacto pero se ha diluido y creemos que no va a ser una catástrofe», añadió.

Mecanismo Europeo de Protección Civil

La rápida actuación de las autoridades Hungaras ha conseguido contener las consecuencias del vertido. Sin embargo, no fue hasta 3 días después que activaron el Mecanismo Europeo de Protección Civil.

El jueves 7 de octubre el Gobierno húngaro emitió una solicitud de asistencia al Centro de Control e Información de la Comisión Europea. Las autoridades húngaras solicitaron un pequeño equipo de 3-5 expertos con importante experiencia sobre el campo en prevención y mitigación de daños causados por lodos tóxicos en la flora y fauna, así como la descontaminación de tierras agrícolas. Los Estados miembros que participan en el Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea respondieron rápidamente a esta llamada con un muy elevado número de ofertas, más de 40 expertos fueron ofrecidos por 10 Estados miembros.

El Mecanismo Europeo de Protección Civil, que facilita la cooperación en respuesta ante desastres naturales, reúne a los 27 estados miembros, además de Croacia, Islandia, Liechtenstein y Noruega. Con el apoyo del Instrumento Financiero de Protección Civil, el Mecanismo reúne los recursos que pueden ponerse a disposición de los países afectados por catástrofes en todo el mundo.

Finalmente cinco han sido los expertos de Francia, Bélgica, Suecia, Austria y Alemania que formaron parte del equipo europeo de protección civil desplegado para luchar contra la contaminación. El  oficial de enlace de la Comisión llegó a Hungría el sábado, 9 de octubre.

Según informa euroalert, las prioridades marcadas por estos expertos en la acción ante el desastre natural de Hungría son:

  • Contribuir a la evaluación de impacto de los daños causados por los lodos alcalinos en el medio ambiente, en particular en las tierras agrícolas, el agua (incluidas las aguas subterráneas) y de la flora y la fauna
  • Asesorar sobre las posibilidades de prevención, mitigación y reducción de impactos ambientales negativos causados por el lodo alcalino
  • Proporcionar la opinión de expertos en la solución óptima de descontaminación de lodos en la zona urbana y agrícola
  • Evaluar nuevas necesidades, anticipar los riesgos y sugerir soluciones con respecto a la rehabilitación de la naturaleza, las tierras agrícolas y urbanas afectadas

Preocupación en la zona

«Hay accidentes a punto de ocurrir, y no solo pasa en Hungría sino en toda la región «, ha dicho Zoltan Illes, Secretario de Estado de Hungría para el medio ambiente, en una entrevista. «La lección de la catástrofe de los lodos es ver lo que puede llegar a suceder si las normas y reglamentos ambientales son ignorados en la búsqueda de beneficios.»

Mientras que en la planta de aluminio que causó la crisis se reinició ya la producción, la avalancha de lodo ha dado la alarma en toda Europa Oriental y Central, donde el Danubio es rodeado por las fábricas y las minas que quedaron de la era comunista, incluyendo las instalaciones de almacenamiento de residuos  de materiales potencialmente tóxicos que se vuelven más vulnerables y propensos a los accidentes con la edad.

No se trata sólo de Hungría, donde los responsables dicen que hay accidentes a punto de ocurrir. Un estudio de 2007, sobre lugares industriales potencialmente tóxicos en esa área realizado por la Comisión Internacional encargada de la protección del río Danubio identificó 97 lugares contaminados en toda la región, encabezando la lista fue Hungría con 32, seguido por Rumania con 25 y Eslovaquia con 18.

Y después de Aznalcóllar, ¿cómo estamos en casa?

Greenpeace recuerda que en España existen, diseminadas por toda la geografía, cientos de balsas mineras, de las cuales más de una decena superan el millón de metros cúbicos, como la de Hungría. Además de Aználcollar, en los últimos años la organización ecologista ha denunciado el peligro que suponen explotaciones como son la mina de Las Cruces en Sevilla, Cerro Colorado y Aguzaderas en la comarca de Río Tinto, Aguas Blancas en Badajoz o algunas de las balsas de estériles de la industria minera del oro en Asturias.

A partir del desastre de Aznalcóllar, España aprobó tres normativas concretas: la Ley de Responsabilidad Ambiental, el Real Decreto en materia de residuos de industrias mineras extractivas y la Ley de prevención y control integrado de la contaminación. Por su parte, la Unión Europea revisó en el año 2000 su legislación en materia de gestión de residuos de minas.

La Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad Medioambiental, transpone al Derecho español la Directiva 2004/35/CE del Parlamento Europeo y del Consejo sobre responsabilidad medioambiental en relación con la prevención y reparación de daños medioambientales. Quien contamine deberá reparar el daño, esa es la idea principal. Además, no valdrá declararse insolvente y que sean los ciudadanos quienes asuman los costes, porque se obliga a los posibles contaminadores a pagar un fondo para posibles contingencias.

El objetivo es que el causante de la contaminación, aún cuando no haya cometido ninguna infracción administrativa, se encargue de la restauración total del impacto ambiental, por lo que no se trata sólo de una mera indemnización dineraria. Así, bastará con que las autoridades señalen el origen del daño para que el responsable tenga que repararlo. Por ello, las empresas, y especialmente las pymes, tendrán que ser más cuidadosas y concienciarse de las posibles consecuencias de su actividad en el medio ambiente.

Pero quizás la legislación que más está avanzando en la mejora medioambiental es toda la derivada de la EPER Euskadi, un registro cuyo objetivo es obtener de una forma normalizada la información medioambiental relativa a las emisiones y focos de las mismas, de las entidades vascas que desarrollan alguna de las actividades incluidas en el anejo I de la Ley 16/2002, de 1 de julio, de Prevención y Control Integrados de la Contaminación, más conocida como IPPC. Y en este área se está haciendo un gran trabajo.

Pero, ¿qué pasa con la Protección Civil y las Emergencias ante balsas como la hungara?. Pues que en España existen más de un centenar de balsas repletas de residuos tóxicos, similares a hungara,  y ninguna de ellas cuenta con planes de emergencia ante una eventual catástrofe. Las empresas que explotan las minas son responsables del mantenimiento y la seguridad de las balsas, incluso después de cesar la actividad, pero no están obligadas por ley a tener un plan de emergencia. Este tipo de instalaciones (formados por cortas, balsas, escombreras, que van almacenando residuos de todo tipo) se rigen por la Ley de Minas y no por la de residuos tóxicos y peligrosos, que es lo que realmente contienen.

Además si nos pusiéramos a hablar de la situación en España de los Planes de Emergencia de Presas y embalses, en especial de las hipótesis de trabajo que trasladan los especialistas en presas a los técnicos de emergencias para la realización de los Planes de Emergencias exteriores, me chirriaría el discurso. Aunque siempre terminemos relativizando peligrosidad, riesgo, probabilidad y posibilidad y aludiendo al sentido común, entrar a fondo en este tema es un poco excesivo para este blog, además de malo para la salud. De momento, miremos a Hungría.

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