
Hace más de un mes. Lo imposible se hizo realidad: terremoto de más de 7,9, tsunami de 10 metros y catástrofe nuclear elevada al nivel 7. Nos sentimos a salvo. Ha ocurrido muy lejos.
Sin olvidarme de las vÃctimas y de la desolación de un paÃs, leo con el máximo interés todo lo que tiene que ver con la tragedia. Los profesionales de la seguridad estamos asistiendo a una catástrofe en directo con todos los ingredientes que pudiéramos haber imaginado haciéndose realidad.
Muchos temas me parecÃan muy interesantes para traer aquÃ, mi pequeño espacio de reflexión ante el mundo de las emergencias.
El mundo de los terremotos, las placas tectónicas, las dorsales oceánicas, la detección de los mismos, la autoprotección, el kit antipánico japonés, los periodos de retorno, el mapa sÃsmico español, la reacción psicológica en los terremotos, los planes de emergencia y la directriz sÃsmica, etc.
La red de alerta temprana ante tsunamis, su actualización después de Indonesia, el comportamiento de los diferentes paÃses ante estos fenómenos, la formación en las escuelas, el misticismo ante el mar y las tragedias históricas.
Luego llego la amenaza silenciosa, la radiactividad. Asistimos a todos los elementos de una historia épica. Centrales nucleares explotando, esfuerzos desesperados por traer agua de la mar y refrigerarlas, fusión del núcleo (negado), la labor de los ingenieros para traer la electricidad: un paÃs devastado y con dos sistemas eléctricos diferentes e incompatibles, los héroes de Fukushima o trabajadores que sacrifican su vida por tratar de contener el desastre, la contaminación de la mar, hoy por fin reconocen los responsables de la empresa que pudo haber fallos de gestión…